05/2025
-: ¿A dónde voy?
Dijo el pecesillo. Tiene aletas, cola, patas, garras, alas, lucesita en la frente tipo antena 5D, escamas, plumas, orejas, corazón, bolsito y botitas. Parado en la punta del risco mira. Se ve todo el horizonte desde allí ¿Qué puede? ¿Cuánto se puede desplazar? Su melena se mueve con el viento del mar, sus rulos sedosos.
-: ¿Cuánto puedo volar y hacia dónde quiero ir?
El pececillo está confundido, no sabe bien cuales son sus habilidades y confunde cuáles son sus verdaderos deseos. Hay tantas posibilidades y él está asustado porque no sabe qué es lo mejor para él, qué le gusta, va probando. Al elegir deja cosas de lado y tiene miedo de confundirse.
Siente mucha ansiedad y autoexigencia, quiere elegir “el camino del éxito” pero ve que eso tampoco es claro porque es relativo, un camino “exitoso” para alguien puede no serlo para otro.
-: …
Busca recordar sus deseos de niñez, que son ideas vagas que no sabe bien cómo llevarlas a su realidad. Toma simultáneamente las manos a su niñito y viejito -que lo mira con desconfianza-. Los mira e intenta que ellos también se tomen de las manos, pero el pececillo niño exclama que el viejo huele mal y el viejo se queja de que el niño es un mal criado. Pececillo los mira, no sabe que hacer…
-: Me gustaría que se miren, vos viejito serías más feliz y vos niñito necesitas que te cuiden. Estoy muy cansado de escucharlos pelear, no dejan que escuche el sonido del mar. Me hacen mal. Ambos me aman, pero con sus peleas no se por dónde ir ¿No ven que me cuesta escuchar al Océano llamarme?
Pececillos viejo y niño se quedaron callados, muy incómodos, mirando arrogantemente uno para cada lado. El ambiente estaba cargado de orgullo.
Se escuchan las olas rompiendo en las rocas del acantilado. Juan Salvador Gaviota entra en escena volando mientras deja caer una botella cerca de ellos. Dentro de ella hay un pergamino que el pececillo despliega y lee en voz alta:
DATE
LA VUELTA
Y
VEME
Pececillo no entendía nada, el pergamino parecía de 1.000.000.000 de años, su material parecía cristal. Se dio la vuelta y… lo vió. Una luz blanca que lo dejó aturdido, era él mismo pero todo blanco, como un alvino con túnica blanca que se comió un tubo de luz que irradiaba desde el estómago.
Los 3 se quedaron atónitos.
-: ¿Quién sos?
Le preguntó.
-: Soy todos ustedes, soy vos.
-: ¿Y qué… qué hago?
El pez radiador luminiscente sonrió.
-: ¿Es tan difícil acaso? Jajaja
-: ¿Qué cosa, elegir un camino? ¡¡Y si!! No sé cuál es el mío, me confundo con otros.
-: Querido pececillo, no hay caminos. Vos no sos un caminante sos un constructor, o mejor dicho, un manifestador de vos, de mí! Me manifestás en tu obra de cada día. Vos sabés que no te gustan los senderos -te lo escucho decir siempre- y ahora querés que te indique “el tuyo”… por favor. No existen las escrituras.
-: No me deja mas tranquilo lo que decís.
-: Ya lo sé, pero no te voy a mentir. Si te doy “tu supuesto camino” y lo hacés te vas a terminar aburriendo y después no vas a creerme-crearme más.
-: Okey entiendo ¿Cómo sería una pregunta correcta? Estoy muy ansioso y encima estos no paran de gritarse.
-: ¿Cuáles son tus opciones reales? ¿Cómo te sentís ahora? Aparte de ansioso, ¿te gusta el trabajo dónde estás y sentís que te aporta? ¿Cómo te sentís con tus amistades? ¿Qué te gusta y que no del territorio que habitás ahora? ¿Cuáles son tus recursos económicos? ¿Con qué otros recursos contás a parte del dinero? ¿Qué ves con el tema de…
-: De la vivienda, claro… eso es lo que me inquieta más hoy.
Los pececillos viejo y niño comenzaron a batallar verbalmente. Mientras pececillo ponía cara de ofuscado y dolor el pececillo luminiscente ni se inmutó, solo observaba.
-: ¿Entendés lo que te digo? No puedo pensar con estos dos al lado.
-: Vos mírame a mí.
FIN