Dunkin Donuts MTF

Title: Dunkin Donuts

Existence: Dunkin Donuts Company

City: Annapolis, Maryland, USA

Year: 2025

Narrativa sobre la empresa donde trabajé en Annapolis, MD.

Dunk significa sumergir algo en un líquido.

El GOL son las ventas y suministrar a la comunidad norteamericana de toda la azúcar y cafeína que necesiten para sostener el “sueño americano”.

La vestimenta del trabajador fue seleccionada sin aza: viseras que te indican dónde mirar, remeras de la empresa que te dicen de quien sos, tu nombre en cartelito para hacerte pensar que sos alguien en ese mundillo, baqueros azules para que recuerdes que sos un trabajador como todos otros, todos iguales.

La división de tareas fue mi confusión, poque las hay, pero no. Todes trabajamos en equipo, somos un solo cuerpo yendo al mismo objetivo: “sabrosas” ventas rápidas, cubrir el deseo efímero del cliente lo más rápido posible para que sigan deseantes..

Equipo “a la fuerza” y por la fuerza. Veo equidad con Jerarquía. Donde el triunfo es de un dueño y el sistema. Verdad también es, que veo otros sueños cumpliéndose, como el de los inmigrantes que llegan con papeles flojos y buscan construir su hogar, este espacio les da la bienvenida para empezar a materializarlo. Y me dieron la bienvenida a mí, que si bien papeles no me faltan, sí necesitaba un rápido ingreso económico y estaba deseosa de conocer gente.

También reconozco la cotidianeidad de este espacio, sus clientes habitué. Los que desayunan café con “hash browns”, el abuelo que va semanalmente con sus nietas gemelas a comer donas, el hombre del “médium black coffe” que se instala con su computadora a ver partidos de futbol, la mujer que va probando toda la carta del local mientras se junta con sus amigas a charlar (con ella hablé y me confesó que le cuesta seguir viviendo luego de que enviudó).

Cuando el fantasmagórico sueño norteamericano se mezcla con los sueños cotidianos.

Lo más fantasmagórico de todo esto, que no puedo obviar, es lo aterrador de los deshechos generados. Toneladas de plástico que se van en etiquetar, envasar, envolver, aislar, controlar; los litros de desinfectante y agua para volver todo más higiénico; los kilos de bebidas y comida eliminados por no ser “perfectos. Y obvio, la calidad de la lo que llaman “alimento”, no pude encontrar absolutamente nada que no fuera artificiar, sus componentes son copias plásticas (literal) de la naturaleza.

A veces pensaba que no sería mala idea tener una funeraria pegada a la cafetería, así recibía a los clientes fallecidos luego de tomar su desayuno.

Servicio militar azucarado

Hice el Servicio militar vendiendo donas y cafecito, de jeans azules, zapatillitas ligeras y auriculares para estar mas alerta a los bombardeos de la clientela.
Dos mostradores, uno en el Drive Thru, con una pantalla para ver cuántos enemigos vehiculizados hay en la fila; otra en el frente, para atender terroristas caminantes.
Millones de estímulos por segundo cuadrado.
Nuestras bombas son crema, hielo, leches, café y donas.
Kilos de azúcar explotan en el aire a cada momento, entre lates, frozzens y shaken expressos.
El olor a cafecito te mantiene despierto, aunque no lo tomes se te mete por la piel hasta llegar a la sangre.
Todos corriendo, luchando por el mismo objetivo, que el enemigo se vaya feliz con su pedido.
El olor a puerco muerto hecho bacon se mezcla con el de los muffins recalentados y el olor a glaseado de la cocina que parece petróleo blanco mata ballenas.
¿Quién inició la guerra? El mercado.
¿Quiénes están ganando? ¿Acaso yo con mi sueldo de 16 dólares la hora?

Disciplina, orden y ¿progreso?

No se si progreso, pero si proceso. Procesando cómo carajo llegué ahí. Claramente aprendí mucho de mí misma, de que soy más fuerte (mental y físicamente) de lo que pensaba, realmente tengo una sensibilidad muy alta (algunos le dicen neurodivergencia), que hasta el ruido de la heladera (que parecía un tanque de guerra) me hacía mierda cada vez que tenía que ir a lavar los platos (“hacer los Dishis”). Soy alérgica a varios alimentos, justamente a todo lo que se vendía en ese local de comida, y a varios productos químicos, muchos de ellos en los perfumes de mis compañeros. Hubo momentos que quería desaparecer porque no aguantaba más los niveles de toxicidad del ambiente.

“Mi bando”, mis compañeros de trabajo, literalmente un solo corazón. ¡Funcionando muy bien todos juntos! aunque por momentos sufrimos momento de arritmia y pequeños microinfartos que nos hacían frenar y tener que charlar para solucionar problemas vinculares.
Todos de diferentes nacionalidades.
Aunque varios éramos latinos, nuestro español no era el mismo. Detenernos para explicar qué quisimos decir y así evitar malos entendidos.
Las manajer trabajando a la par, nunca ví jefas tan exigentes conmigo y con ellas mismas, lo mismo que te pedían lo practicaban ellas, mujeres super responsables y comprometidas con su trabajo. Te enseñaban con su ejemplo lo que era ser un buen trabajador de su empresa.

Venía de trabajar como terapeuta, donde observaba constantemente la particularidad y necesidad de cada persona. En esta empresa de donas no había lugar para eso, tampoco importaba, allí todos iguales, no había tiempo para ver qué necesitaba cada uno de los 20 empleados que había en el local… la guerra de ventas rápidas iniciaba todos los días 5am y no paraba hasta las 9 de la noche.





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